| 
 Portada 
Presentación 
Bazar de asombros 
      HUGO GUTIÉRREZ VEGA 
ODESSA 
      LEANDRO ARELLANO 	  
Rima 
      YORGOS SEFERIS 
El legado poético de  José Hierro 
      MIGUEL ANGEL MUÑOZ 
El orgullo del poeta 
      LUIS GARCÍA MONTERO 
Dos poemas 
Rolando Hinojosa, candidato al Cervantes 
      RICARDO BADA 
Saramago: la realidad  es otra 
      CARLOS PAYÁN Entrevista con  JOSÉ SARAMAGO 
Gran Hermano en la  Triple Frontera 
      GABRIEL COCIMANO 
Leer 
Columnas: 
        Jornada de Poesía 
        JUAN DOMINGO ARGUELLES 
		Paso a Retirarme 
        ANA GARCÍA BERGUA 
		Bemol Sostenido 
		ALONSO ARREOLA 
		Cinexcusas 
		LUIS TOVAR 
		La Jornada Virtual 
		NAIEF YEHYA 
		Cabezalcubo 
		JORGE MOCH 
		Artes Visuales 
		GERMAINE GÓMEZ HARO 
		A Lápiz 
        ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR 
    
   Directorio 
     Núm. anteriores 
        [email protected]    
   
   | 
    | 
  
 
        
      
	 
	 Juan Domingo Argüelles 
     
 
 
    
    Los Alebrijes de Jorge Valdés Díaz-Vélez
    
	En marzo del presente año, el jurado calificador del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana 2007, se reunió en Orihuela y determinó conceder el galardón al libro Los Alebrijes, del poeta mexicano Jorge Valdés Díaz-Vélez (Torreón, Coahuila, 1955). 
Menos de dos meses después, el espléndido libro de Díaz-Vélez ha sido publicado por Ediciones Hiperión, en su ya emblemática colección de Poesía. Los Alebrijes (Madrid, 2007) es uno de los puntos más altos de la obra lírica de este poeta que antes dio a la imprenta los libros Cuerpo cierto (1995), La puerta giratoria (1998, Premio de Poesía Aguascalientes), Jardines sumergidos (2003), Nostrum (2005) y Cámara negra (2005), entre otros. Apenas en 2006 apareció la reedición de La puerta giratoria (México, Verdehalago/Conaculta, La Centena) y en estos días ha comenzado a circular también su Poesía reunida (1998-2005) en la colección Poemas y ensayos de la unam. 
En Los Alebrijes, Jorge Valdés Díaz-Vélez reitera su vocación emotiva y de rigor formal en una poesía que no apuesta a la moda críptica y abstracta, sino al significado y al sentido de la vida misma, con imaginación y con absoluta exigencia de la simetría y el ritmo. Asimismo, en este libro el poeta reivindica la búsqueda de una poesía cuyo lirismo no le impide "narrar" una historia o evocar una experiencia donde coinciden lo vivido y lo leído; la naturaleza y la cultura, pues aunque el poema sea un artificio, ese artificio debe estar lleno de vida. 
  
      
      Jorge
Valdés | 
   
 
En este libro hay ecos de los epitafios de Edgar Lee Masters, pero ni son los únicos ni tienen el propósito deliberado de la recreación. El tono narrativo de Los Alebrijes es parte de la sensibilidad de Díaz-Vélez, una sensibilidad que admite, por supuesto, un amplio conocimiento de la mejor tradición poética de todos los tiempos. 
En "Denominación de origen" leemos: "Dicen que antes de ser Los Alebrijes/ la cantina fue casa de ladrones./ Dicen que aquí vivió el Veracruzano,/ un rufián que golpeaba a sus mujeres/ con un látigo gris de siete puntas/ en el sótano que hoy resguarda el vino./ Dicen que eran salvajes las palizas/ y los gritos de horror de las esposas./ Dicen que a más de tres las vendió a un circo/ de pulgas amaestradas, en el Congo./ Dicen que Eva y Lilith, las dos gorditas/ que cuidan de la cava, consiguieron/ escaparse, que le dieron narcóticos/ al monstruo en una copa de aguardiente./ Dicen que un día partió el Veracruzano,/ que nunca regresó, que no lo han visto/ por el barrio desde hace nueve meses./ Dicen que sus mujeres, Lilith y Eva,/ lograron su venganza: emparedaron/ su cuerpo miserable tras un muro/ después de adormecerlo, en la bodega/ donde añejan el vino. Es lo que dicen." 
Jorge Valdés Díaz-Vélez ha venido manejando, a lo largo de su obra poética de más de dos décadas, un verso exigente que es respetuoso de las métricas y las formas clásicas. Al igual que en sus libros precedentes, en Los Alebrijes no faltan los sonetos rimados, de impecable factura, pero el libro ganador del Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández 2007 se caracteriza por los endecasílabos y los alejandrinos sin rima, versos blancos perfectamente logrados con una música nunca forzada, con un ritmo siempre sostenido y grato. 
Hay también en este libro el trato privilegiado del verso menor no exento de cierta ironía, como en el espléndido "Lugares comunes": "En lugar de los póster/ de Marilyn y Humphrey/ colgaron los retratos/ de Bart y Lisa Simpson./ Han cambiado los ídolos,/ las guerras, la etiqueta/ de vinos y licores;/ la cerveza es distinta,/ más dulce la ginebra,/ el vodka, más etéreo./ Las mismas aceitunas/ se hicieron más pequeñas./ Todo ha cambiado, menos/ las ganas de orinar." 
Dividido en cinco secciones (Cuando anochece, Banda sonora, Solo contigo, Caída libre y Última sombra), Los Alebrijes es un libro gozoso a pesar de ciertos guiños de escepticismo y melancolía; es una especie de memoria emotiva e intelectual que va sembrando aquí y allá huellas, signos de identidad. Los siguientes versos del poema "Gótico tardío" tal vez ejemplifiquen todo el espíritu del libro, a manera de epitafio, aforismo y fe poética: "Aquí te doy mi corazón, apriétalo/ antes de que el salitre enrojecido/ lo vaya a convertir en hueso duro/ de roer." 
Con Los Alebrijes, Jorge Valdés Díaz-Vélez alcanza su madurez poética. 
    
  
 |