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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
¿Qué es la privatización?
Los “fierros” y la privatización JORGE EDUARDO NAVARRETE
El agravio LUIS JAVIER GARRIDO
Algunos de los retrocesos Petroleros ANTONIO GERSHENSON
La renovación de PEMEX ARNALDO CÓRDOVA
Inmoralidad de la privatización LAURA ESQUIVEL
PEMEX y la justicia CARLOS PELLICER LÓPEZ
El petróleo es la sangre de México
El corazón de la disputa LORENZO MEYER
PEMEX ELENA PONIATOWSKA
La privatización de PEMEX: Un crimen de lesa Patria GRUPO SUR
Calderón y su contrarreforma LUIS LINARES ZAPATA
Conversando con Rafael Escalona
MARCO ANTONIO CAMPOS
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La deforme forma de una reforma
El pasado lunes 14 de abril, las páginas de este diario albergaron un desplegado suscrito, además de miembros de otras comunidades artísticas, por cineastas, actores y productores mexicanos, entre los cuales se contaban Damián Alcázar, Daniel Jiménez Cacho, Ana de la Reguera , Dolores Heredia, Héctor Ortega, Gael García Bernal, Isela Vega, Jorge Zárate, Julieta Egurrola, Leticia Huijara, Luisa Huertas, Ofelia Medina, Alberto Cortés, Bertha Navarro, Busi Cortés, Everardo González, Felipe Cazals, Guita Schyfter, Jorge Fons, Jorge Sánchez, Juan Antonio de la Riva, Paul Leduc, Sergio Olhovich, Tita Lombardo, Simón Bross, Xavier Robles, Eduardo Polgovsky, Sigfrido Barjau, Jaime Cruz, Emilio Payán y Óscar Chávez.
El título de dicho desplegado fue “100 opiniones de la farándula”, y se transcribe aquí de manera literal, por razones que huelga explicar:
En los veinticinco años recientes se ha abandonado el campo y se ha desamparado la industria. Se han vendido los bancos, las carreteras, las comunicaciones, los ferrocarriles, los hospitales, las minas, los puertos, los aeropuertos y los medios de comunicación, sin beneficio para los mexicanos.
Hoy se pretende privatizar el petróleo. Con engaños, se nos quiere hacer creer que eso nos va a beneficiar. mentira .
Hoy, es responsabilidad nuestra, de todos los mexicanos, salir en su defensa.
Se nos dice que no se pretende privatizar el petróleo porque no se venderá pemex ni los pozos. falso : porque lo que se pretende privatizar es la renta petrolera, que es lo que nos interesa defender.
Se nos dice que los ciudadanos no somos expertos y no tenemos derecho a opinar. falso : sabemos más de lo que creen, podemos aprender si se abre un debate público, tenemos expertos que nos pueden orientar y es nuestro derecho opinar.
Es más: tenemos la obligación de opinar, porque el petróleo nos pertenece. Es nuestro patrimonio.
Efectivamente, es urgente una reforma de pemex , descapitalizada por la Secretaría de Hacienda, saqueada por un contratismo mafioso dirigido desde las altas oficinas del gobierno y que arrastra un sindicato impune y corrupto.
Pero la reforma que proponen no busca corregir eso, sino al contrario: busca legalizar el despojo, multiplicar la ganancia y cederla a la iniciativa privada, con la forma de contratos hechos al amparo de cambios en la regulación de pemex .
Como ciudadanos, más allá de opiniones políticas o de preferencias partidistas, este es un asunto que nos involucra a todos porque afecta nuestro patrimonio común.
Tenemos, pues, que asumir nuestra parte de responsabilidad en este tema y actuar en consecuencia.
En términos así de concisos se está expresando un segmento significativo del gremio cinematográfico, en torno al asunto más grave y crucial que, como sociedad, está tocándonos vivir a los mexicanos. No hacen falta exégesis de ninguna clase para explicar lo que arriba se dice con claridad meridiana. Por otro lado cabe suponer que, dentro de dicho gremio, las firmas y adhesiones al presente manifiesto podrían haberse multiplicado, de modo que no serían sólo cien, sino doscientas, trescientas o muchas más opiniones. Desde luego, este juntapalabras se arrima pese a no formar parte de farándula ninguna.
Para gestos como éste, necesarios y plenos de congruencia, es que conviene utilizar la fama –chica, mediana, grande o enorme, como puede constatarse en el enlistado firmante– ganada en virtud del trabajo que se desempeña. Por naturaleza y, perogrulleando, el desempeño cinero se halla expuesto permanentemente al juego mediático. Emplear la propia notoriedad, libre y espontáneamente, a favor de una causa que rebasa con mucho las miserias partidistas, así como los egoísmos al uso –emanados directamente de la ignorancia que no quiere dejar de serlo–, enaltece a quien porta un nombre memorable o notorio y aprovecha el poder de convocatoria de dicha fama para darle un uso social, comprometido y combativo. Muy distinto del triste, titeresco papel que algunos colegas de los faranduleros –esos otros que a sí mismos gustan pensarse como “los famosos”– han venido desempeñando en televisión, ya sea por orden, contrato, encargo, reconvención o amenaza, o bien por inefable convicción propia, como puede constatarse casi a cualquier hora en una cifra nauseabunda de programas televisivos.
Faranduleros o no, poco o muy famosos, ciudadanos somos todos y, como tales, nos toca combatir –o al menos enterarse, los abúlicos– aquello que con cinismo absoluto quiere hacerse pasar como la llave de la felicidad económica eterna, bajo la deforme forma de una “reforma energética” entreguista y anticonstitucional.
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