Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Manualidades
RICARDO GUZMÁN WOLFFER
Epílogo romántico
NIKOS KAROUZOS
Cosecha latina en la Berlinale
ESTHER ANDRADI
Del grito inaudible a la lucha inevitable
RITA LAURA SEGATO
Chesterton: paradojas, ortodoxia y humorismo
BERNARDO BÁTIZ V.
Galileo Galilei barroco
NORMA ÁVILA JIMÉNEZ
Leer
Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Germaine Gómez Haro
El cuerpo de Antony Gormley: presencias y ausencias
Pocos escultores contemporáneos han alcanzado la fuerza de Antony Gormley para captar el cuerpo humano en sus más diversas manifestaciones: el cuerpo como medio o posibilidad de percepción de la presencia y la ausencia del hombre en el mundo sensorial y cognitivo. Actualmente se presenta en el marco (Museo de Arte Contemporáneo) de Monterrey una magnífica exposición retrospectiva de este escultor sui generis, integrada por sus complejas instalaciones de gran escala, esculturas independientes, dibujos y obras gráficas.
Antes de definirse como creador plástico, Gormley cursó estudios de arqueología, antropología e historia del arte, disciplinas que le abrieron amplios horizontes en su formación, y que han sido una fuente de inspiración constante en su trabajo. Vivió tres años en India y Sri Lanka, donde incursionó en la práctica de la meditación Vipassana, cuyas enseñanzas están latentes en todo el trasfondo filosófico de su trabajo. Sus figuras ensimismadas, reflexivas, envueltas en un halo místico, son metáfora de la búsqueda de conocimiento interior y despertar de la conciencia que predica el budismo. Si todo fluye y nada es permanente –de acuerdo con la filosofía budista– el cuerpo es un vehículo en perpetuo cambio, y de ahí el interés del artista en la construcción y desconstrucción del mismo.
You |
Al revisar sus tres décadas de quehacer artístico y de acuerdo con sus reflexiones escritas y sus declaraciones en entrevistas, lo primero que llama la atención es la solidez y congruencia de su propuesta creativa, que resulta de la indisoluble dicotomía de su filosofía y su arte. Gormley no se ha cansado de repetir desde sus inicios lo siguiente: “Nada más existen dos temas que me interesan: el cuerpo y el espacio, o la experiencia y la extensión.” Y de esta premisa se desprende un caleidoscopio de variaciones en torno a la presencia –y ausencia– del ser humano con relación a su entorno, las infinitas posibilidades de interrelación con su propio “yo” y con los “otros”, así como su posición dentro de las masas, es decir, en función del cuerpo colectivo. La instalación Field (Campo), presentada en 1992 en el extinto Centro Cultural Arte Contemporáneo de Televisa, dio a conocer a este artista en nuestro país, y a diecisiete años de su creación resulta aún más impactante: se trata de un conjunto de más de 30 mil figurillas de barro en forma humana de entre 15 y 30 cm de altura, que cubren en su totalidad la superficie de una sala del museo, creando la impresión de una aglomeración masiva de pequeños seres extraños que atrapan al espectador con su mirada fija y expectante. Esta obra, realizada en Cholula, Puebla, en el taller de la familia de alfareros Texca, resulta, en mi opinión, uno de sus mayores logros en su obstinada indagación en torno a la relación del “yo” individual y las masas.
De la serie Blockworks |
Sus obras son el reflejo y extensión de sí mismo, en el sentido metafórico y real, ya que utiliza su propio cuerpo como molde para el vaciado de sus piezas escultóricas. “Yo entiendo la arquitectura como un segundo cuerpo”, agrega Gormley, y de ahí la utilización de su figura como punto de referencia para explorar su relación con el espacio y, por extensión, con el “otro”. En la serie titulada Blockworks su intención es construir el cuerpo como se construye un edificio, es decir, a partir de una estructura conformada por pequeños bloques de acero soldados unos con otros en forma irregular que provocan un efecto óptico en el espectador, el cual percibe una extraña sensación de movimiento. Las figuras parecieran a la vez sólidas y ligeras, reales y virtuales, presentes y ausentes, estáticas y cinéticas, palpables e inaprensibles. Sobre esto comenta el artista con todo acierto: “Fue un intento por convertir al píxel en algo físico: sustituyendo la estructura de una imagen digital por la anatomía del cuerpo.”
Estas piezas son la contraparte de You, un cuerpo sólido y macizo de hierro que fue acertadamente colocado en el centro del estanque del patio interior del recinto. Este hombre ensimismado representa al ser imbuido en un estado de meditación, probablemente como una autorrepresentación del propio artista en su práctica budista.
Esta imponente exposición –la más amplia e importante que se haya presentado en América– deja patente la versatilidad de este gran artista, cuya incansable exploración de formas y materiales en torno al cuerpo y al espacio puede considerarse una de las máximas aportaciones a la escultura contemporánea internacional.
Fotos: cortesía del Museo Marco
|