MENTIRAS TRANSPARENTES
Felipe Garrido
REVANCHA
Ven, mira; ésa que va ahí, como de lado, esa es Rebeña, la Roña, la Sarna, la Caca, como le decíamos muertos de susto si nos oye nos mata. Nos castigaba, nos daba frío de comer, nos apartaba de papá: "Déjenlo en paz, viene cansado, váyanse a su cuarto." No quería que la llamáramos por su nombre: "Tu pinche madre está muerta; la única mamá que tienes soy yo" y Pico, que cumplía siete años, se fue llorando, y Fede lo siguió, y yo con ellos hasta que llegó, me sacó de las greñas y me gritó que no fuera pendeja.
Me gusta irla a ver. Me gusta que arrastre los pies, que tenga un poquito torcida la columna, que se le haya ido colgando la cara, que camine encogida por una hernia, que tenga manchas. Me gusta que le duela y que le pase ahora, joven aún y vanidosa. La pudrición que siempre tuvo le ha ido saliendo a la piel. Me gusta pensar en lo mucho que le falta sufrir antes de que sus culpas la arrastren al infierno, aunque a mí sí me haya parido.
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