Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 14 de enero de 2007 Num: 619


Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Muro, pobreza y discriminación
GABRIEL COCIMANO
La TV: estética y manipulación
ALEJANDRO MICHELENA
Imperio estadunidense: quiénes y por qué
ROSA MIRIAM ELIZALDE
Entrevista con GORE VIDAL
Poema
ODYSSEAS ELYTIS

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Bemolsostenido
ALONSO ARREOLA

Leer
Reseña de Enrique Héctor González sobre Finjamos que soy feliz


Directorio
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JORGE MOCH

El retorcido placer de retorcer la Historia

Imaginemos un canal de televisión dedicado a la Historia, pero por historia entendamos solamente la de nuestro país y que sólo sean traídas a cuento grandes victorias bélicas, nuestros grandes logros científicos, nuestras maravillas tecnológicas y mejor aún si esas maravillas tecnológicas pertenecen otra vez al ámbito de lo bélico. Si hay que ocuparse de la historia del exótico y bastante inferiorcito mundo que nos circunda y acecha, hagámoslo de segundas, anteponiendo las opiniones de nuestros propios especialistas, porque habrá que deslizar en nuestro público la muy patriotera idea de que en el mundo no hay más especialistas capaces, más científicos, más expertos que los nuestros. Luego dediquemos ese canal, como la canción en que liebres corren por el mar y en el campo las sardinas, a decir mentiras y medias verdades; omitamos una discusión verdaderamente objetiva de los hechos tal cual sucedieron, sin puntos de vista yuxtapuestos ni indagaciones independientes en las fuentes documentales, manteniendo el error infectivo de rumores y lugares comunes, escondiendo, en fin, toda historiografía desfavorable a nuestra versión, sobre todo aquella que señale que hemos cometido crímenes contra la humanidad en alguna de las muchas guerras que hemos llevado y seguiremos llevando a los más jodidos y remotos rincones del planeta. Hagamos énfasis en que sólo han sido grandes los descubrimientos e invenciones de nuestros coterráneos, dejando de lado cualquier pírrico brillo extranjero en materia de invención, genialidad, espíritu creativo o empresarial salvo los muy obvios que hasta en alguna de nuestras enciclopedias aparezcan y siempre que su grandeza sea cosa tragada por el tiempo y repartida en la raza humana toda, como sería el caso de Da Vinci o Gandhi. Enfaticemos los viejos anatemas de Occidente, aunque muchos de ellos hayan sido creados por nosotros mismos. Luego coloquemos el seudohistórico mazacote en la barra de programas de una emisión internacional y ¡tarán!, ¿qué nos queda? Un eficiente instrumento de propaganda. Eso es, desde la visión metahistórica y metahumana (y metaética) estadunidense, el canal de documentales The History Channel.

La cosa se entiende mejor al revisar el origen: The History Channel pertenece al cártel de medios A&E (Arts and Entretainment network), propiedad nada menos que del conglomerado empresarial de la familia Hearst. Hay datos interesantes acerca de esta familia, a la que en los setenta sacó de bambalinas una de sus herederas, hermana del actual presidente corporativo del changarro, George. Patty Hearst saltó a la fama cuando fue secuestrada en 1974 por el Ejército Simbiótico de Liberación (un grupito marxista radical californiano) para luego simpatizar con sus secuestradores, integrarse a la banda y participar en asaltos bancarios y otras lindezas seudoproletarias. Como buena hija de familia rica gringa, cuando fue detenida no pasó en la cárcel ni dos años porque recibió el indulto del presidente Carter.

El abuelo de Patty y George, William Randolph Hearst, fue quien creó el emporio. Hábil negociante e inventor de la prensa amarilla, dueño de minas y de periódicos desde San Francisco a Chicago y creador de revistas como Cosmopolitan, W. R. Hearst era un personaje lleno de fobias, manías y dinero que con mucha habilidad se supo rodear de auténticos periodistas de carrera como Jack London. A Hearst se achaca haber instigado la guerra entre Estados Unidos y España con tal de vender periódicos, y fue dueño de extensas propiedades en Chihuahua en tiempos de Pancho Villa, del que fue encarnizado enemigo (sus periódicos en el sur de Estados Unidos crearon la mayor parte de la leyenda negra de Villa). Xenófobo, racista, antimexicano y simpatizante de Hitler, fue la inspiración de Orson Wells para su película (que Hearst quiso bloquear) Ciudadano Kane, ésa que termina con el protagonista gritando "¡Rosebud!" (capullo de rosa). Mucha gente se ha preguntado qué quería decir Rosebud, y no era sino la manera en que Hearst se refería a un rinconcito anatómico de su amante, una actricilla (él quiso imponerla en Hollywood, sin mucho éxito) llamada Marion Davies. Hearst fue, desde luego, miembro del senado gringo. Según Wikipedia www.wikipedia.com) Savater lo tomó como ejemplo de que el dinero no es la felicidad en su Ética para amador.

No todo lo que brilla es oro, ni todo documental gringo, aunque esté bien producido y atiborrado de dinero, propalado a la rosa de los vientos, dice la verdad...