Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de febrero de 2007 Num: 624


Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Borges desde los ojos
de María

HAROLD ALVARADO TENORIO
Entrevista con MARÍA KODAMA

Latinoamérica y la conjetura de Unamuno
GABRIEL COCIMANO

Otro sueño
JOAQUÍN MAROF

Pinochet: dictadura
y amnesia

GUSTAVO OGARRIO

Jhumpa Lahiri
ADRIANA SANDOVAL

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Columnas:
Mujeres Insumisas
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Paso a Retirarme
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ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cabezalcubo
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Hugo Gutiérrez Vega

HUMILLADOS Y OFENDIDOS

Las tropelías cometidas por Air Madrid demuestran que tenía razón aquella película titulada El mundo está loco, loco, loco. Recuerdo a Durante, gángster moribundo, desencadenando las locuras sin fin nacidas de la ambición, la avaricia y la deslealtad, y a Spencer Tracy cerrando el ciclo de la tragicomedia con su natural maestría actoral. El capitalismo es, en buena medida, culpable de esa locura, junto con su emblema, el dólar (un personaje de La huida, de Bulgákov, entona su canto laudatorio al todopoderoso dinero). La sociedad de consumo engendra monstruos como los de Air Madrid, capaces de declararse en suspensión de pagos dejando en tierra a varios miles de enfurecidos y desesperados pasajeros. Uno se pregunta cuál fue la responsabilidad del gobierno español en el desaguisado. Tal vez no tenga la capacidad necesaria para evaluar los aspectos técnicos de la empresa, o tal vez se le olvidó hacerlo, o tal vez obtuvo algún beneficio por hacerse de la vista gorda. Por supuesto que los países de destino de la asquerosa aerolínea tienen también su parte de responsabilidad, y los incautos pasajeros han aprendido la lección que mi sabia y desesperanzada abuela resumía en una frase lapidaria: "lo barato cuesta caro". Veo las fotos de esos perseguidores de gangas tirados en el suelo de los aeropuertos y rodeados de esas maletas increíblemente llenas de estrambóticos objetos y de compras hechas bajo la angustia del correr del tiempo. Algunos protestan airados, otros ríen con resignación y todos esperan que las autoridades responsables (para empezar no saben quiénes son) asuman sus obligaciones y los pongan en algún zopilote destartalado para llegar a su casa antes de la celebración de la fiesta navideña que es una ocasión ideal para que las familias refinen sus odios y demuestren su enorme capacidad de neurotización de sus miembros. No creo que todos los pasajeros puedan llegar a la comelitona de pavo y de parientes. Muchos merendarán en Barajas o en Toluca (la Navidad en el aeropuerto de esta ciudad debe pertenecer al más esperpéntico mundo valleinclanesco) o en Quito, Lima, Santiago o Bucarest. Merendarán bocadillos de jamón en la frialdad de Barajas y se darán cuenta de que pertenecen al sector de los "humillados y ofendidos" de este mundo.

Resulta casi imposible detener a los empresarios del imperio sin banderas (recordemos El amo del mundo, de Verne, y su premonición de las transnacionales). Son de una voracidad incontrolable y la competencia que se da entre ellas es una guerra sin cuartel que devora gobiernos y pueblos, pequeños productores y consumidores. En esa vorágine se mueven angustiados los pasajeros que esgrimen su boleto para viajar en una línea aérea que ya no existe. Ignacio Arriola ponía un ejemplo de esas imposibilidades sin apelación: "¿Por qué razón Perico no escucha radio en su casa? Por dos razones: la primera por que no tiene radio, y la segunda, por que no tiene casa."

Tal vez puedan, en un futuro próximo, viajar a sus países, pero el desasosiego y la rabia ya nadie se lo podrá quitar. No pudieron pagar el carísimo boleto de las compañías canónicas y se arriesgaron a volar en un armatoste que no ofrece condiciones mínimas de seguridad. "¿Pues qué creía usted que le íbamos a dar por la ridícula cantidad que nos está pagando?", le dijo el último empleado de la aerolínea en Toluca, poco antes de emprender la carrera, a una desolada señora que cargaba su cruz de maletas de un lado a otro de la desangelada terminal aérea de los lares del grupo Atlacomulco.

Como síntoma de lo que nos traerán los nuevos tiempos del neoliberalismo y de la competencia salvaje, debemos analizar lo acontecido con Air Madrid y sus aventureros dueños (un poco más aventureros que los de las líneas canónicas en las que también hace aire). Todo vale, siempre que respetes las leyes de la cosa nostra neoliberal. Cuando deja de valer, el sistema se recompone y sigue la siniestra mata dando angustias y preocupaciones. En fin... sólo se trata de pasajeros de economía precaria. Qué esperen el tiempo necesario para que el monstruo repare su culpa y piense en mayores ganancias y en irremediables daños.

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