Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de febrero de 2007 Num: 624


Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Borges desde los ojos
de María

HAROLD ALVARADO TENORIO
Entrevista con MARÍA KODAMA

Latinoamérica y la conjetura de Unamuno
GABRIEL COCIMANO

Otro sueño
JOAQUÍN MAROF

Pinochet: dictadura
y amnesia

GUSTAVO OGARRIO

Jhumpa Lahiri
ADRIANA SANDOVAL

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

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Artes Visuales
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Las Dixie Chicks: cuatro años son todo y nada

COSTOSO ATREVIMIENTO

No soy fanático de las Dixie Chicks, siempre me han parecido demasiado gimoteantes, su música dolorosamente monolítica y su apariencia de amas de casa suburbanas me causa un agudo rechazo. Sin embargo, estas estrellas del country se ganaron mi respeto y admiración cuando se manifestaron contra Bush y su desquiciada aventura bélica en un tiempo en que nadie se atrevía a hacerlo, cuando los políticos "progresistas" de eu justificaban la intervención por temor a parecer mariquitas, y la prensa pensante pedía sangre o se escondía detrás de excusas cobardes. La cantante de la banda, Natalie Maines, anunció a un auditorio londinense el 10 de marzo del 2003 (diez días antes del comienzo de la guerra): "Sólo para que lo sepan, nos avergonzamos de que el presidente de eu sea de Texas." Las consecuencias no se hicieron esperar, las Dixie Chicks fueron marginadas, boicoteadas, recibieron amenazas de muerte, los megaconsorcios radiofónicos y del entretenimiento se unieron para destruirlas ante la mirada timorata de otros músicos, críticos y el propio público.

REVOLUCIONARIAS IMPROVISADAS

El estruendoso silencio en el medio de la música popular que provocaron las Dixie Chicks, puso en evidencia que la institución oficial y asimilada del rock no era más que un eunuco babeante, una bestia obesa, lastimosa e indulgente que debe ser sacrificada. ¿Dónde estaba la energía rebelde, provocadora y furiosa de las grandes bandas como los Rolling y U2? Lo mismo podemos decir de los ídolos del hip hop, demasiado preocupados por fantasías gangsteriles, traseros descomunales y ornamentos dorados. Es importante señalar que la de las Dixies no es una banda revolucionaria o elitista, sino una con raíces profundamente populares y un público principalmente conservador. Estas cantantes de country tuvieron que enfrentar a la aterradora maquinaria propagandística republicana y a hordas de fanáticos descerebrados sólo apoyadas por un puñado de artistas, grupos alternativos y voces desconocidas para las masas.

RECONOCIMIENTO TARDÍO

Poco menos de cuatro años más tarde todo ha cambiado. Bush es el presidente menos popular de la historia, la guerra es una catástrofe, hasta los demócratas han logrado envalentonarse y al grito de: "Si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora, no hubiéramos apoyado la guerra", se han expresado en contra de Bush y su banda de chiflados. En ese contexto las Dixies se llevaron los tres Grammys principales: mejor disco, mejor grabación y mejor canción del año. No hay duda de que por su valor se lo merecen, lástima que hayan tenido que esperar a que la campaña bélica se desmoronara bajo el peso de miles de cadáveres y docenas de mentiras para que la intelligentsia se atreviera a reconocerlas.

ECOS PROPAGANDÍSTICOS

Podríamos imaginar que en ese ambiente de colapso la administración Bush trataría de contener sus impulsos. Sin embargo, lo que tenemos es una repetición casi caricaturesca de la campaña propagandística lanzada para justificar la guerra contra Irak, esta vez en contra de Irán. Entonces era Hussein, sus armas de destrucción masiva y sus contactos con Al Qaeda, hoy es Ahmadinejah, sus sueños nucleares y su intervencionismo en Irak. El New York Times mismo, no contento con su lamentable papel en el fiasco iraquí, al que contribuyó con su primera plana y los artículos de Judith Miller (quien sembró desinformación respecto de las inexistentes armas iraquíes), está repitiendo su papel de plataforma de la campaña gubernamental para incendiar el Oriente próximo. En esta ocasión, se trata de Michael Gordon, un colega de Miller, que fue misteriosamente ignorado cuando explotó el caso Miller (que hemos discutido ampliamente en esta columna) quien denuncia a Irán por proveer a sus aliados chiítas "las bombas más mortales que se usan hoy en Irak". En su artículo del 10 de febrero de 2007, Gordon se enfoca en los Penetradores formados explosivamente, o efp, que se usan contra vehículos en la zona de Bagdad y han cobrado numerosas víctimas, y en las bombas dispuestas en las carreteras que han causado inmensas bajas civiles y militares. No importa que el principal enemigo de eu sean los sunitas y que las milicias chiítas sean consideradas como aliadas estadunidenses; aquí lo que importa es satanizar aún más a ese régimen con miras a que, cuando llegue el momento, la gente simplemente acepte que hay que destruir al mal enquistado en ese gobierno. Esperemos que no tengan que pasar cuatro años más para que este nuevo fraude sea reconocido como tal.