Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de febrero de 2007 Num: 624


Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Borges desde los ojos
de María

HAROLD ALVARADO TENORIO
Entrevista con MARÍA KODAMA

Latinoamérica y la conjetura de Unamuno
GABRIEL COCIMANO

Otro sueño
JOAQUÍN MAROF

Pinochet: dictadura
y amnesia

GUSTAVO OGARRIO

Jhumpa Lahiri
ADRIANA SANDOVAL

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

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Latinoamérica y la conjetura de Unamuno

Gabriel Cocimano


Arriba: Kirchner, Evo, Lula y Chávez; abajo, Miguel de Unamuno

La desnacionalización de empresas en América Latina –particularmente en el caso de Argentina– no parece sólo un desusado concepto extraído de la teoría de la dependencia. Allí, el control de los principales resortes económicos por grupos multinacionales les ha proporcionado a éstos un formidable aumento de ganancias, cuyas remesas envían a los países de origen, restando recursos al proceso de inversión local y generando un estrangulamiento de la producción económica y social.

A diferencia de los países centrales y aun de los emergentes asiáticos –como Corea y China, donde la inversión extranjera está muy regulada, no tiene un papel mayoritario y debe asegurar la transferencia de tecnología que permita con el tiempo el desarrollo de empresas nacionales– en América Latina las empresas extranjeras controlan las exportaciones, las principales actividades productivas, los servicios públicos, el sector financiero y hasta los fondos previsionales de los trabajadores. El caso argentino es paradigmático: desde los años noventa se intensifica la extranjerización de los eslabones de su aparato productivo, en especial en los sectores alimentario y energético, un proceso que ha sido acompañado por la venta de grandes extensiones territoriales.

Hasta un reciente documento de la Iglesia argentina ha denunciado, en un tono inusualmente contundente, "un fuerte proceso de concentración de las tierras productivas, agravado por el fenómeno de la extranjerización" de su propiedad. Dicho documento atribuyó este proceso a "la venta de derechos de posesión de pequeños productores empobrecidos a grandes corporaciones, mayoritariamente extranjeras". El pronunciamiento de la Iglesia hizo referencia, además, al deterioro del medio ambiente y el avance de la deforestación, y enfatizó que el país, por ser una importante reserva mundial de agua dulce, "se convirtió en un objetivo vulnerable a los intereses transnacionales que fomentan la privatización de las empresas públicas de agua".

Las naciones centrales y hasta algunas periféricas ofrecen privilegios a sus capitales nacionales y ponen barreras a las grandes compañías foráneas. La necesidad de contar con interlocutores directos al alcance de su mano y de controlar las divisas frente al giro de utilidades que las empresas de capital extranjero realizan a sus accionistas, sumado al fomento de la tecnología a nivel local y la estabilidad de empleos, son las razones que priman a la hora de optar por consorcios capitalistas de filiación nativa.

En el caso de América Latina, las grandes adquisiciones de empresas argentinas postdevaluación fueron protagonizadas por Brasil, acaso porque su estructura tecnológico-productiva y la mentalidad de su burguesía industrial hayan tenido históricamente una dimensión de escala superior.

Pero existen otros actores que juegan sus fichas en pos del liderazgo regional. La noticia de la venta de una de las empresas lácteas argentinas más importantes a un grupo inversor norteamericano, disparó una propuesta alternativa del recientemente reelecto presidente de Venezuela. En efecto, Hugo Chávez –un hombre de fuerte perfil en el juego de poder continental– ofreció el dinero necesario para proveer el completo salvataje financiero de la empresa –SanCor, la segunda láctea del país, organizada como una asociación de cooperativas– a cambio de un pago a largo plazo con leche en polvo, una commoditie en alza. La opción, finalmente escogida, aparece como fuertemente política: impedir por un lado que se desnacionalice la industria lechera y, por otro, que se revierta la caída de un emblema del cooperativismo.

Aun con todas las dificultades sociales producto del inmenso contraste entre los sectores de mayor y menor privilegio, Brasil aparece –a pesar del personalismo de Chávez– como la nación que lidera un continente asfixiado por la profundización del desarrollo desigual respecto de las economías centrales del planeta. No es por casualidad que esté buscando hoy fortalecer una alternativa militar regional, que permita defender los recursos naturales al tiempo que impedir ulteriores aventuras militares o presiones de alguna potencia sobre la región.

En tal sentido, es notorio el recelo de las fuerzas armadas brasileñas por el aumento de la presencia militar de Estados Unidos en Sudamérica. En efecto, en la llamada Triple Frontera –punto limítrofe entre Argentina, Brasil y Paraguay– hay una fuerte expectativa norteamericana a causa de la supuesta existencia de células terroristas islámicas. Sin embargo, esta zona, que funciona como llave de acceso político y militar a la región amazónica, es una frontera que comunica a dos de los países más importantes del continente, y es el principal punto de recarga del Sistema Acuífero Guaraní, un verdadero océano de agua potable subterráneo que desvela la atención del Departamento de Estado norteamericano. Por su parte, en Ecuador se firmó un acuerdo con el Comando Sur de Estados Unidos para construir centros logísticos, acción que fue denunciada como una fachada vinculada al Plan Colombia. Finalmente, la instalación de bases militares terrestres estadunidenses en otras zonas de importantes recursos naturales y el montado de radares de gran alcance para controlar el espacio aumenta, para los estrategas brasileños, el riesgo de que aparezca una tentativa de presión internacional sobre América del Sur a través del área militar.

Muchos especialistas ven en este proyecto –una suerte de otan del Cono Sur– un plan poco realista, ya que podría tropezar con la rivalidad tradicional de los gobiernos de la región. En efecto, las diferencias mantenidas por algunos de los socios del Mercosur –sobre todo en materia comercial y estratégica, en los regímenes de inversión y en la evolución de las variables macroeconómicas de cada nación– han sido una constante histórica, aunque algunas negociaciones han permitido superar determinados conflictos. Sin embargo, aún existen puntos de disensos potenciales, y el diferendo por las papeleras entre Argentina y Uruguay agravó un frente muy sensible de tormentas políticas y económicas.

Cien años atrás, cuando asomaba el proyecto de crear una confederación que una a los pueblos de lengua española y portuguesa frente a Estados Unidos, el ilustre escritor vasco Miguel de Unamuno hubo de afirmar: "Me parece una fantasía generosa la de que estos pueblos se unan espontáneamente. Es más fácil que los una uno de ellos, el que resulte más fuerte […] Esa unión la espero de que algunas de las repúblicas crezca y se enriquezca tanto que se despierten en ella pujos imperialistas, y constituya para las demás un centro de atracción frente a Estados Unidos. Será un pueblo el que una a los demás."

Posible o imposible por las peculiaridades de la situación continental, el pensamiento de Unamuno acaso suene desproporcionado en el contexto político actual, pero algunos indicios de la realidad parecen querer recorrer la misma dirección.