Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Para verte en silencio
FEDERICO DE LA VEGA
El ángel y el pegaso
FRANCISCO JOSÉ CRUZ GONZÁLEZ
Me acuesto con mi ego, bien a solas
DANTE MEDINA
Fuego a la carta
JESÚS VICENTE GARCÍA
Miniserie Scherezada
JAIRO ISRAEL MORENO
El acompañante
GUSTAVO OGARRIO
Vivir en silencio
SIHARA NUÑO
Inmundo virtual
ROBERTO GARZA ITURBIDE
El atentado
SAÚL TOLEDO RAMOS
Mercedes Iturbe
FERNANDO GONZÁLEZ GORTÁZAR
Numb
JORGE MOCH
Leer
Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA
Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Ana García Bergua
La salvación por la cultura
Un grupo de escritores fuimos invitados a Oaxaca, en la semana del 17 al 25 de marzo, al Primer Encuentro Internacional de Escritores en Oaxaca. La experiencia no sólo fue grata y enriquecedora, como siempre lo son estos intercambios, sino también reveladora de la función salvadora que la cultura puede tener en un país como el nuestro (y como los demás, claro). Los problemas de Oaxaca no se han resuelto: sigue sentado en la silla, protegido por quién sabe qué poderes, el gobernador Ulises Ruiz, muchos líderes de la appo permanecen encarcelados. Lejos de resolverse, me dicen, el conflicto sigue vivo, quizá oculto bajo los muros recién pintados de un centro de Oaxaca que luce magnífico, con ganas de levantarse a pesar de todo. Y surgen importantes iniciativas culturales, al igual que se contaba que ocurrió en Argentina, cuando la crisis provocada por el irresponsable Menem. Díganme si no: ya no sólo el Encuentro, que se sumará cada año a la Feria del Libro que ya se celebra cada noviembre, y al que acudió un público interesado, curioso. Las mesas del Encuentro se colocaron en la calle, en el corredor peatonal frente a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. La gente asistió a escuchar toda clase de mesas y conferencias, los libros a mano, en la calle, para ser adquiridos. El Encuentro se organizó –fue algo muy difundido en los periódicos– en homenaje a Francisco Toledo y Sergio Pitol, dos universales nuestros, a quienes la Facultad de Derecho de la uabjo entregó el honoris causa, y quienes dieron conferencias. Pitol narró en una de ellas los secretos de la composición de El tañido de una flauta. Pero no sólo, les decía: dos editoriales dos surgen en momentos en que la escasez de lectores y la indiferencia parecen condenar a las editoriales –y más a las pequeñas– a la extinción ecológica: Almadía (editorial organizadora del Encuentro, que dirige el jovencísimo Guillermo Quijas) y Calamus, continuadora de la ya célebre Ediciones Toledo, que en los años ochenta creó libros notables, con un espléndido catálogo y el diseño de Bernardo Recamier. A todo ello se añade el Centro de las Artes de San Agustín Etla, la casa, una iniciativa de Francisco Toledo que se suma, además, a tantos espacios creados e impulsados por este gran pintor: el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, con el mayor acervo de libros de artes plásticas, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el cine club El Pochote, la única biblioteca en braille de México –de cuyos manuales clubes de lectura, me cuentan, ha surgido hasta un matrimonio–, y tantas más. En la magnífica casa que dirige Ernesto Lumbreras, situada en una antigua fábrica textil acondicionada para dar talleres de artes diversas, con sus árboles enormes, su jardín de pochotes, sus ojos de agua, la lluvia casi mística con que se refresca su nave mayor, una contempla las montañas y el cielo oaxaqueño, platica con los chavos de Oaxaca que acuden a sus múltiples actividades, encuentra, por fin, la paz necesaria para la creación y el sentido de tantas cosas.
Sergio Pitol |
Regresé al ahumado DF ilusionada, decidida a conseguir los libros de jóvenes novelistas como Martín Solares, Jesús Ramírez, Antonio Ortuño, y sabedora de que todos estos espacios abiertos a la cultura son espacios en los que deben, por fuerza, florecer otros diálogos. Y me alegré al ver desde el avión a nuestra ciudad sembrada con los pompones lila de las jacarandas: jacarandosa, pues, en esta primavera. Y la impresión se fue diluyendo al paso de los días, cuando me enteré de los goterones que caen en la megabiblioteca, el catálogo de modas, el acervo que, como reveló con elegancia su director, Nacho Padilla, deja mucho que desear. Y más me desanimé al presenciar la campaña deshonesta de los eclesiásticos para que no se aprobara la ley que despenaliza el aborto. Entonces sentí que, ahora sí, había regresado a la provincia, de que la iglesia –y no merece la mayúscula–, como en las novelas de Eça de Queiroz, se empeñaba en mantener el control sobre los cuerpos y las vidas, cuando no son capaces de castigar a quienes perdonan la comisión de toda clase de atrocidades, esas sí contra niños totalmente formados. Se trata de que las mujeres no tengamos derecho a decidir de manera responsable si en nuestra vida caben más vidas.
En estas épocas inciertas, al ver que la cultura florece ahí donde podría estar condenada por asuntos en apariencia más urgentes, me acuerdo de Oaxaca y siento esperanzas.
|