Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Columnas:
Y Ahora Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA
La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO
Tetraedro JORGE MOCH
(h)ojeadas:
Reseña
de Arnoldo Kraus sobre El túmulo nunca cavado
Novela
Reseña
de Jorge Alberto Gudiño Hernández sobre La reinvención de un estilo
Revista
Once años de mala vida
RICARDO VENEGAS
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
UNAMUNO E IBEROAMÉRICA (XI Y ÚLTIMA)
Por otra parte, con el mismo De la Riva y con Justo Sierra, lamenta la falta de un pensamiento filosófico español sistemático y ordenado (Menéndez Pelayo ya había hecho notar antes esa carencia), pero aventura la idea de que algo parecido a un sistema (y mucho más valioso, pues es considerablemente menos autoritario) late en el pensamiento de los místicos españoles. Ya había tratado este tema en su diálogo Sobre la filosofía española y en su Vida de Don Quijote y Sancho. Siempre don Miguel alabó sin restricciones el pensamiento de Rodó. Ni siquiera lo molestaban el tono declamatorio o el mesianismo machacón del autor de un libro por otra parte muy hermoso, inteligente e injustamente olvidado, Ariel. En torno a los proyectos para América expuestos por el genio del aire, el bondadoso Ariel, siempre observado por la siniestra pupila de Calibán, don Miguel juega con una paradoja inquietante: al lamentar la carencia de espíritu práctico en los latinoamericanos, asegura que esto se debe "a su falta de espíritu poético, que es el más práctico de todos, pues de él depende la imaginación, que es la que mueve a los hombres y a los pueblos".
Por último, en todos sus ensayos y artículos sobre temas hispanoamericanos o de España y su relación con América, deplora el crecimiento teratológico de un materialismo que se ha apoderado de las sociedades y de los hombres. "Aquí es materialista todo, incluso lo que llamamos nuestro espiritualismo; aquí es materialista la religión misma." Se opone, además, a lo que llama "literatismo" y lo considera, con base en las ideas de Carducci, una plaga paralizadora de las fuerzas de la imaginación y del libre juego de la fantasía que es el quehacer poético. Su repudio al esteticismo al que considera una "cobardía moral" sólo es comparable a su desprecio por la actitud pragmática representada por el mercantilismo anglosajón y su culto al nuevo becerro de oro.
Don Quijote le da pie, como, siempre, para reafirmar su vitalismo y su espiritualidad sin concesiones. Considera que el culto al caballero manchego puede ser el símbolo de ese lazo de unión entre los países de nuestra comunidad cultural, pero advierte, afilando su nariz de pico de águila y agitando los brazos para subrayar su entusiasmo: "El culto de Don Quijote puede ser y es fuente de poesía, es poesía el culto mismo; el culto a El Quijote, al libro, no es más que literatura. Y en esto estriba todo: en fomentar el culto a las armas, no a las letras."
Mucho escribió sobre nuestra América Latina el gran don Miguel ("esa tu filosofía que llamas diletantesca, voltaireana y funambulesca, gran don Miguel, es la mía", le decía Antonio Machado en su "Poema de un día"), muchas propuestas hizo, y dejó muchas reflexiones abiertas. Han pasado los años, los aciertos y los daños, pero muchas ideas de Unamuno siguen vivas y siguen suscitando debates, polémicas y hermosos esfuerzos de la inteligencia. Todavía recordamos que, cuando se enfrentó a la repugnante paradoja encerrada en el grito de "Viva la muerte", su autor, inválido de cuerpo y alma, replicó como un Calibán retorcido: "Abajo la inteligencia."
[email protected]
|