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TRIBULACIONES DEL ESPECTADOR DESINFORMADO
Qué feo se alinean al Poder las televisoras –me refiero, aunque paporreta resulte repetirlo oooootra vez, al dúo estático de mastodontes que son Televisa y tv Azteca. Novedad ninguna porque desde siempre las televisoras han nutrido la soldadesca antaño monolítica del pri y, desde el salinato –o un poco antes–, también de esa orgiástica repartición de complicidades que alguna vez se dijo oposición y hoy podemos llamar, acrónimo acuñado por Manú Dornbierer hace años, el demasiado largo prianato (y lo que nos falta). Cacaréase mucho la apertura en los medios, pero en los hechos es políticamente más sano y estratégicamente recomendable, parece, la hechura de ojo de hormiga. Esta apertura de utilería habrá servido para llevar agua al molino de los sempiternos oligarcas y para guardar las apariencias durante episodios de la vida nacional particularmente efervescentes, como el reciente y todavía por muchos lamentado –no por las televisoras, que se churrupearon pero a lo bestia ingentes cantidades de dinero y eso está muy bien, porque no son hermanitas de la caridad y la telera finalmente es un negocio– y rijoso proceso electoral de resultados que diría mi tío Juan, si todavía viviera, ay jijos de la rejija...
Joaquín López Dóriga Carmen Aristegui y Javier Solórzano |
En ámbitos de eso que perversa o eufemísticamente los yuppies de la industria llaman "entretenimiento", la cosa sigue como siempre y hasta corregida y aumentada: allí el vomipurgante Adal Ramones, allí los inamenos mazacotes de Bailando por lo que sea pero que sea cursi hasta la náusea, o esa joya de la inmovilidad absoluta que es El Bar, supuesto reality show que lo único que muestra es que la realidad es inamovible, excrementosa y bostezadora. Donde se constriñeron feo las opciones para el respetable fue en el barrio de la información. Primero la estúpida, decepcionante cancelación Azteca del noticiero matutino de un magnífico periodista como Javier Solórzano. Luego el retiro en Televisa (temporal, dicen) del noticiero de Víctor Trujillo. El relleno juanetudo de esos espacios es elocuente, casi radiográfico de un complot para roer nuestra ya de por sí mordisqueada inteligencia colectiva: Ana Winocur en Azteca, con sus inefables notas "periodísticas" sobre una escultura del extinto pontífice católico Wojtyla, empujándonos a güevo, como aceite de ricino idiosincrásico nacional por el catódico cogote el recalcitrante catolicismo de sus patrones, o la otra, la triste sustitución del espacio de Trujillo por ese muestrario de ignorancia, estulticia y cursera mental que es Viva la mañana. No es que El cristal con que se mira fuera tampoco la maravilla pínder –se volvió de complicada digestión los viernes con Enrique Rodríguez dándole la vuelta a una línea editorial abierta de lunes a jueves, para ponerse a fustigar cualquier asunto que llevase tufo de izquierdas, muy en juego del pan y dentro del pan, del Yunque, pero era uno de los poquísimos espacios televisivos donde se atendía a la disidencia.
La última cuenta de ese rosario de lamentos tiene que ver con Televisa Radio y el noticiero de Carmen Aristegui en la w (Hoy por hoy), que se transmitía en el canal 629 para quienes pequeñoburguesamente disfrutamos de la barra algo más elástica de Sky. Sencillamente, y sin decir agua va, el canal 629 dejó de emitir en televisión. Quedan cada vez menos opciones, como el programa de Denise Maerker, las noticias del Once y la emisión televisiva de Radio Monitor, de José Gutiérrez Vivó, quien dirige otro de esos escasos espacios de apertura irrestricta (donde por cierto hace un par de semanas veíamos al bonachón secretario de (des)Educación presumiendo la maravilla tecnológica que supone ese elefante blanco foxiano llamado Enciclomedia, mientras a esa misma hora, en una repetición de México Nuevo Siglo, nos enterábamos de cómo los libros gratuitos de texto han sido objeto en los últimos años de la trapacería medievalista, de la regresión y la intolerancia de aristados sectores del conservadurismo mexicano y burocrática comparsería que lo cobija).
Así que nos jodimos quienes de estos medios dependemos para enterarnos un poco mejor de lo que pasa y de lo mucho que se calla. Ahora, ni modo, a desentrañar lo inextricable en las deliberadas omisiones que parecen regir la línea editorial a lo Ferriz de (ultra)Con con la que al parecer felices y cumplidores se sueñan periodistas los bigotitos de Azteca y la mayor parte de sus colegas de la tortería de enfrente.
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