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Guionista que dirige o viceversa (II Y ÚLTIMA)
Una buena forma de resumir el jaloneo autoral con pilón de chisme Iñárritu-Arriaga-Hernández Aldama, puede ser ésta: hay dos directores – a y b– y un guionista, c . Más de una vez, a ha sido tratado como “sospechoso” de que sin c su carrera cinematográfica no sería la misma, o sencillamente no sería –en abono de lo cual basta con ver su mucho muy fallido segmento de la película 11/09/01 , a la sazón lo único que se le ha visto sin la colaboración de c . Tras el divorcio de a y c , éste muestra al mundo el producto de su nueva relación con b , y no coincidentemente b es “sospechoso” como en su tiempo lo fue a , de ser director sin dirigir, o en el mejor de los casos dejándose ayudar mucho por c .
En cualquier caso, c queda como el malo de la película aunque, curiosamente, es el único de los tres que ha hecho algo más sin la ayuda, la anuencia y podría quizá decirse que a pesar de a y b , pues lo hizo con d , donde como Todomundo sabe d es Tommy Lee Jones, director de Los tres entierros de Melquíades Estrada .
Hace falta ser de a tiro mezquino para sostener que absolutamente todo lo que ha hecho Arriaga en cine está sobrevalorado, lo mismo que para suponer que en todas las películas aquí involucradas el autor de Escuadrón guillotina ha jugado el papel de ser quien ejerce el poder detrás del poder, cinematográficamente hablando. No obstante, Muchagente saliva con intensidad cada vez que se le presenta la ocasión de jugar el juego llamado Péguele a Arriaga .
EL TIRO AL BÚFALO
Más allá de quién efectivamente la haya dirigido, El búfalo de la noche se la pone bastante fácil a Muchagente, porque sus muchas inconsistencias, gratuidades y caprichos son de los que resulta imposible soslayar, enmarañados como están en el tejido de la trama, e incluso puestos al servicio de otros intereses, sí relacionados con la cinta pero, en sentido estricto, ajenos a la misma. El mejor ejemplo de esto es la presencia en pantalla –y la ulterior utilización promocional de dicha presencia– de un individuo del género femenino, que lleva por nombre el de Camila Sodi. Este sumeteclas prefiere definirla así para no incurrir en la exageración de llamarla actriz, y se refiere a “la presencia” por idénticas razones. La inclusión de la secuencia donde ella hace acto de presencia carece de cualquier asidero argumental, su exclusión no le haría ningún daño al desarrollo de la trama y parece haber sido conservada nada más que por ser previamente “famosa” –aunque muchos, como éste que escribe, consideren tal fama simplemente inexistente–, en desdoro de la verdadera protagonista, Liz Gallardo, ella sí actriz, y como si por taquilla no bastara con el nombre de Diego Luna.
Diego Luna en El Búfalo de la noche Foto: cortesía de www.biosstars-mex.com |
Ya que de trama se habla, la de El búfalo de la noche viene siendo la primera propuesta cinematográfica donde Arriaga –guionista “sospechoso” de dirigir– declina hacer uno más de los ejercicios de triangulación de puntos de vista y tríadas de historias que en algún punto se entrelazan, en los que había consistido la trilogía fílmica tan premiada y al mismo tiempo tan denostada. A cambio de dicha estructura, la de El búfalo... es tan lineal como es posible, siempre que no se cuenten saltos al vacío como la camilasodiesca personaja que aparece nada más que para solaz de un público que, como un lector de esta columna, ve las películas “si hay chichis, si no, no”. A cambio de lo que se ha querido ver como complicaciones innecesarias en otras de sus cintas, El búfalo aborda un bastante simple triángulo amoroso cuasiadolescente compuesto por un enfermo mental, una chica de cascos bastante ligeros y un amigo de ambos, que pareciera ser el ganón pero que, previsiblemente, acaba por ser el gran perdedor moral de la historia. Amén de la metáfora del búfalo que por las noches resopla al oído de quien siente alguna culpa –no conseguida cinematográficamente–, el resto es pura atmosferización, de tintas bastante recargadas y con unas ansias de preciosismo que se ven como costuras de mal zurcidor.
NO ES PA TANTO
Puesto que el verdadero tema de la película es la amistad traicionada, tienen razón quienes afirman que salen sobrando tantas chichis –así como la publicidad en ello basada–, pero fallan quienes afirman que esta es la cinta mexicana más “pretensiosa, fallida, mal realizada, de pésima factura y mamona”, sobre todo si antes afirman que han visto lo peor del cine mexicano. Si ésta les parece la peor es que, como dijo el clásico, “no han visto nada todavía”.
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