| 
 Portada 
Presentación 
Bazar de asombros 
      HUGO GUTIÉRREZ VEGA 
El día que conocí a papá 
      E. M. MURCIA 	  
Espejo de contrastes: el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera 
      INGRID SUCKAER 
Otro Bolívar para la nueva república 
      HAROLD ALVARADO TENORIO 
Un museo para corazones solitarios 
      FERRUCCIO ASTA 
Para cambiar al mundo 
      ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con PATRIZIA CAVALLI 
Leer 
Columnas: 
        Señales en el camino 
        MARCO ANTONIO CAMPOS 
		Las Rayas de la Cebra 
		VERÓNICA MURGUíA 
		Bemol Sostenido 
		ALONSO ARREOLA 	
		Cinexcusas 
		LUIS TOVAR 
		Corporal 
		MANUEL STEPHENS 
		El Mono de Alambre 
		NOÉ MORALES MUÑOZ 
		Cabezalcubo 
		JORGE MOCH 
		Mentiras Transparentes 
		FELIPE GARRIDO 
		Al Vuelo 
		ROGELIO GUEDEA 
    
   Directorio 
     Núm. anteriores 
        [email protected]    
   
   | 
    | 
  
 
 
   
El oficio
  
  
  I 
  Por un lado, de la mitad de mi cuerpo hacia el norte, un deseo irrefrenable de tener la complacencia de mis lectores, una prestigiosa casa editorial, entrevistas, premios, viajes, ediciones críticas, homenajes, luces de artificio. Por el otro, de la mitad de mi cuerpo hacia el sur, unas ganas inmensas de pasar desapercibido, recluido como en un calabozo, leyendo a Quevedo, a Propercio, a Baltasar Gracián, saliendo de la mano de nadie, viviendo como un simple transeúnte cualquiera, escribiendo sin nombre ni rostro, agradecido con unos cuantos papeles vacíos. Días y noches con este sentimiento de ir y venir sin moverme del mismo sitio. Borrado a veces por una mano que no puede ser borrada por nada ni por nadie. O viceversa.  
  II 
  Si quieres sobrevivir (pero si de verdad quieres sobrevivir) nunca digas lo que piensas. Si quieres morir aplastado (pero si de verdad quieres morir aplastado como un insecto bajo una enorme piedra) nunca digas lo que piensas. En todo caso (y en cualquier caso): nunca digas lo que piensas.   |