MENTIRAS TRANSPARENTES
Felipe Garrido
RUNA
Una vez, un rey vio una estrella y dijo:
–Si fuera una mujer, me casaría con ella.
Al rato uno de sus criados le avisó:
–Una muchacha quiere verlo. Se llama Runa.
Esa noche hubo boda. Runa se pasaba los días en su cuarto; salía al ocaso. Llegado el tiempo, anunció que quería que su hijo naciera donde ella había nacido. El rey le puso doce guardias y le dio veinticuatro chivas como regalo para sus padres.
En lo más alto de la montaña, Runa exclamó:
–¡Padre! –y por la niebla descendió una canoa silenciosa. Runa, los guerreros y las chivas se embarcaron. Horas después atracaron al lado de tres vasijas. Runa les ordenó que la esperaran y que no tocaran las tinajas. Al rato, muertos de sed, los guardias las abrieron. De la primera salieron mosquitos voraces; de la segunda, hormigas golosas; de la tercera, ávidas moscas. Los soldados subieron a la canoa, que los llevó de regreso. Pero los insectos los siguieron y desde entonces no nos han dado reposo.
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