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Directora General: CARMEN LIRA SAADE Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER Domingo 28 de diciembre de 2008 Num: 721 |
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Manuel Stephens El Colegio de Coreógrafos en Veracruz (I DE II)
El Colegio de Coreógrafos de México (CCM) llevó a cabo sus v Jornadas de Reflexión y Análisis del 1 al 6 de diciembre. Después de realizar las Jornadas por tres años consecutivos en el Centro Nacional de las Artes, y el año pasado en Morelia, nuevamente este encuentro se efectuó, con un ánimo de descentralización, fuera del df y tocó el turno a Veracruz. El Centro Veracruzano de las Artes Hugo Argüelles, dirigido por Alejandro Schwartz, fue la institución anfitriona; sus instalaciones albergaron los talleres Movimiento creativo y el de técnica Humphrey-Limón dirigidos a la comunidad dancística veracruzana e impartidos por Tatiana Zugazagoitia y Serafín Aponte, respectivamente, así como las Jornadas propiamente dichas, consistentes en tres días en que se efectuaron mesas redondas bajo el título La valoración del cuerpo en el hecho escénico. Las Jornadas también incluyen las llamadas Charlas de café, realizadas en esta ocasión en el doblemente centenario y legendario Gran Café de la Parroquia, en las que de manera informal se tratan aspectos del funcionamiento interno, se consideran los logros y se promueven nuevos proyectos para el ccm , mismos que posteriormente serán expuestos en sus asambleas. Las Jornadas tienen como objetivo promover el pensamiento crítico, histórico y teórico sobre la danza mexicana, además de generar un espacio en el que, a partir de la participación activa de sus miembros, se analice la situación en que se encuentra el arte danzario y se den posibles soluciones a las principales problemáticas que le afectan.
En estas v Jornadas, Jorge Domínguez asumió formalmente la presidencia del CCM, cargo en el que releva a Lidya Romero. En un breve texto que leyó para clausurar las Jornadas, Domínguez afirma: “La creación del CCM ha venido a convertirse, aunque no se vea totalmente, en un parteaguas de la vida profesional de la danza de nuestro país.” Domínguez recordó el encuentro llevado a cabo también en Veracruz en 1992, en el que un grupo de la primera generación de coreógrafos independientes produjo el Plan Nacional de Apoyo a la Danza, acciones que influyeron y cambiaron sustancialmente las políticas culturales del Estado y, por ende, el panorama dancístico del momento. Para Domínguez, el reconocimiento de las similitudes y las diferencias entre los hacedores de danza, que propician eventos como el de ese entonces y como las Jornadas, “nos dan la oportunidad de construir un nuevo peldaño en la escala ascendente de la danza mexicana, con la gran responsabilidad de conjuntar un gran bagaje, para ser entregado a las nuevas generaciones y ahorrarles así el camino”; con el diálogo entre los pares “recuperamos para la danza su carácter más primario: el de ser un arte de la colectividad, un arte que no puede darse en soledad, sino en la ceremonia compartida”. Entre los objetivos más apremiantes del ccm , que ya están siendo trabajados desde la administración anterior, se cuentan la obtención del grado de licenciatura para aquellos de sus miembros que cuentan con trayectorias meritorias reconocidas, así como la consecución de seguro médico y fondo para el retiro para una comunidad que está completamente desamparada en este aspecto.
El tema de la primera mesa redonda fue Salud y danza, y se contó con las ponencias de Anadel Lynton, Saúl Maya, Aurora Buensuceso, Valentina Castro, Tatiana Zugazagoitia, Serafín Aponte, Lidya Romero e Irene Martínez. Para la población en general, la práctica de la danza suele ser vista como sinónimo de salud, una especie de fuente de la eterna juventud, como apuntó Zugazagoitia; sin embargo, si bien su aplicación con fines de promover la actividad física, el desarrollo comunitario, el mejoramiento biopsicosocial de grupos vulnerables o con discapacidades, esto dista mucho de lo que implica ser un profesional. Quienes se acercan a la danza con fines terapéuticos no están sujetos a los riesgos con los que conviven cotidianamente los bailarines. Las técnicas somáticas que sí conllevan un interés central por la salud no cubren el espectro total del entrenamiento que se requiere para la escena; por el contrario, las técnicas formativas requieren de la modificación diaria del cuerpo para volverlo más fuerte, flexible, hábil y óptimo para la representación, por lo que un bailarín está mayormente expuesto a sufrir lesiones, a diferencia de quienes se acercan a o aplican la danza con fines no de profesionalización. (Continuará) |
