JAVIER SICILIA
LA ROSA BLANCA O LO QUE TENÍAN QUE HACER
Para Jean Robert quien un día me la reveló
¡Un día tan bonito, con tanto sol y tengo que irme! Pero ¿cuántos morirán hoy en el frente de batalla, cuántos hombres desesperados? Si nuestra acción contribuyó a despertar a otros, ¿que importa mi muerte?
Sophie School
Con La Rosa Blanca, el cine alemán ha continuado la revisión de ese horrendo pasado que no había querido mirar y que dolorosamente inició con la película La caída. Basada en el interrogatorio que La Gestapo hizo a Sophie Scholl, estudiante de veinte años, después de haber arrojado propaganda antinazi en la Universidad de Munich, en el juicio sumario hecho a ella, a su hermano Hans y a un tercer compañero, y en su decapitación, La Rosa Blanca (nombre que, inspirado en el título de una novela de Bruno Traven, habían puesto a su organización) es el enfrentamiento de las razones morales de un puñado de jóvenes frente a las desquiciantes argumentaciones de la ideología y del aparato nazi.
Sophie School |
Centrada en esa tensión y espléndida en su desarrollo casi documental, la película sólo alusivamente deja ver el pasado de esos muchachos y las circunstancias políticas que rodearon su captura el 18 de febrero de 1943. ¿Quiénes eran Sophie y Hans Scholl? ¿Qué sucedía en ese momento en la Alemania nazi?
Hijos más pequeños de los cinco que tuvieron Robert Sholl –objetor de conciencia durante la primera guerra mundial y antinazi– y la diaconiza Magdalene Müller, y formados en la mejor tradición protestante, Sophie y Hans habían formado parte de los Wandervögel (Pájaros Vagabundos), una especie de boy scouts que la propaganda nazi había logrado ganar para la Juventud Hitleriana. Enfrentados al principio con el padre, terminaron pronto por decepcionarse del nazismo y llevar al extremo las razones con las que habían sido educados. Tres hechos fueron decisivos: la exclusión de las Juventudes de la judía Luise Nathan, amiga de Spophie; la prohibición de cantos de otras culturas, que Hans amaba e interpretaba muy bien, y el enfrentamiento de Hans con El Gran Encuentro de la Libertad del Partido, celebrado en Nurenberg en 1936 –después del evento y con una clarividencia poco común en aquella época, ese muchacho de dieciocho años escribió: "La masa. Odio ese concepto." A lo que Sophie, de diecisiete, respondió: "Luchemos para no caer en la manada."
Después de un tiempo, los muchachos Scholl ingresaron a un grupo secreto llamado "d.j, 1.11" (deutsche jungenschaft del 1 de noviembre). Junto a un puñado de estudiantes pobres que no tenían otra cosa que oponer a la mentira y la barbarie que "tres mil años de civilización europea", el ejemplo de sus padres y el Evangelio, se armaron de una máquina de escribir, un hectógrafo –no imprimía más de cien copias– y papel, en los que redactaban panfletos que firmaban con el nombre de La Rosa Blanca y enviaban por correo. ¿Cuánta propaganda podían haber distribuido así? No mucha, poca frente al descomunal aparato nazi –una de las pruebas de la acusación fueron 140 timbres encontrados en el cuarto de Hans.
El 18 de febrero, fecha en que los hermanos Scholl decidieron desafiar más al régimen distribuyendo un panfleto en la universidad que develaba la mentira y el inicio de la derrota del nazismo, y fueron capturado, Goebbels respondía al fracaso en el frente Ruso con un gigantesco mitin en el Palacio de los Deportes de Berlín para convencer al pueblo de la cercanía de la victoria y llamar a la guerra total.
El trabajo de La Rosa Blanca era nada frente a la voz de Goebbels y el aparato que la decapitó. ¿Esos muchachos lo sabían? ¿Eran ingenuos? Creo, con Jean Robert, que ellos nunca se hicieron tales preguntas. Ingeniosos, pero nunca ingenuos, hicieron lo que debían y podían para hacer frente a la barbarie. Unas palabras de sus panfletos y lo que Hans escribió a lápiz en el muro de su celda lo resumen: "Quien no hace nada ahora, se vuelve cómplice"; "Mantenerse sólido y fuerte en la fe a pesar de todos los poderes o violencias."
Como en la vida de Jesús, que fue su modelo, en lo mínimo de La Rosa Blanca frente a la propaganda de Goebbels y a la persecución del aparato de Estado al interior de Alemania, estaba paradójicamente lo máximo.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-cm del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro y liberar a los presos de Atenco.
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